martes, 28 de junio de 2011

Estrella fulgurante



Mi madre me preguntó si quería conocer a una estrella, una de esas que pasan por el firmamento poco tiempo pero todo el mundo queda tan embelesado que nadie las olvida. Yo, con 12 años, ansiaba ver estrellas fulgurantes o cualquiera cosa que me entretuviera en aquel día lluvioso.
Vimos Al este del Edén, Rebelde sin causa y Gigante de un tirón. Toda su filmografía en una noche; fue fácil. Cuando acabó Gigante, sentí lo que mi madre había pronosticado: una estrella fulgurante inolvidable había cruzado mi vida.
No he sabido nunca si me parezco a James Dean o si el deseo de parecerme a él ha hecho que poco a poco me asemeje. Quizá en un sentimiento parecido al de los perros que están fascinados por sus dueños y acaban pareciéndose a ellos.



Yo siempre he defendido que Dean no era guapo sino mágico. Y que su magia se confundía con la belleza.




Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo.

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