martes, 18 de enero de 2011



Es tan sencillo como escribir una nota y dejarla sobre la cama mientras duermes. Ella tratará de no meter ruido, pues si te despertases no sería tan sencillo. Dejará en el cajón de tu mesita aquel regalo que le hiciste, piensa que así será más fácil, no sabe cuánto se equivoca. Saldrá de puntillas con los zapatos en la mano. Antes de abrir la puerta, se dará la vuelta y volverá a mirarte como lo hizo la primera vez que te vio de verdad. Pensará lo guapo que estás con esa luz, pero girará el pomo de la puerta. Bajando por las escaleras no podrá evitar derramar una lágrima, mientras observa por última vez cada rincón de esa casa. Dejará tras de si la puerta principal y seguirá andando por la acera en la misma dirección que siempre. Mil veces le vendrá a la mente la idea de volver a la casa, tirar la nota a la basura y meterse en la cama contigo. Mil veces se dirá que es demasiado complicado y que no puede hacer eso, que no hay alternativa. Lo que ella no sabe es que es más sencillo que todo eso y a la vez tremendamente complicado. No sabe que no importa lo que haga, porque funcionan de tal manera que volverán a encontrarse. Puede que en un mes. Puede que en un año. Puede que no sea el momento. Puede que no sea la ciudad.

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